viernes, 19 de diciembre de 2014

El último Seretón por Gustavo Medina A.

16 de diciembre de 2014 a la(s) 11:20
Tío Chente o “Chentico” como le conocían en todo Coro, era un hombrón alto, ancho, con unas manos que parecían una mano de cambur cada una, moreno o más bien blanco pero quemado de tanto sol, dueño de una voz estentórea, que atronaba, profunda y gruesa, con registro de bajo…trabajador como el que más, acostumbrado desde pequeño a todas las faenas del campo, conocía todo sobre sembrar y cosechar café, maíz, caña, plátano… Sabía todo sobre la cría de cochinos, vacas, caballos, chivos; además era un experto peleador de garrote larense, jinete experto, dicen que tumbaba un burro de una pescozada y más de una vez se echaba un torete al lomo…

Pero toda esa fuerza arrolladora y ese tamañote impresionante habitaban un ser excepcionalmente cordial, jovial, lleno de ternura, porque tío Chente era dueño de un carácter bonachón, alegre, era muy difícil verlo bravo, aunque le molestaban en extremo las injusticias era de risa fácil, cuentero, decimista, y le gustaba bailar sobre todo los golpes larenses como el tamunangue o la llora.

Detrás de esa apariencia apacible se ocultaba también un auténtico guerrero, porque desde que cumplió los 12 años de edad, su padre el General José Vicente Medina, lo alistó en su “tropa” para que “fuera familiarizándose con el ruido de la metralla y el combate a machete”, un Medina “tenía que saber pelear, cuando fuera y como sea”. Su hermano paterno, el famoso guerrillero Eliodoro Chirinos, fue quién lo adiestró en el arte de la guerra: montar en bestia, cargar a machete, disparar mientras cabalgaba, el combate cuerpo a cuerpo…

Era un hombre curtido y entrenado para la guerra, aunque nunca peleó en ninguna…era la versión “morena” o más oscura de piel de su primo hermano Isaías, (el que fue presidente de la República), pero él era más alto, de nobles sentimientos y casi ingenuo en su trato hacia los demás, aparentaba ser un hombre sin malicia alguna…pero no era así, Chentico ocultaba un secreto, algo que unos pocos sabían, otros sospechaban, y muchos otros murmuraban pero no se atrevían a decirlo en voz alta: ¡él era un Seretón!.

Sí, algunos lo afirmaban y hasta juraban haberlo visto o reconocido cuando adoptaba la forma de un perro o un gato… Sabían que era él porque, por ejemplo, la forma como se le acercó a aquella muchacha que tanto le gustó y él a ella, pero que el papá no quería que se le acercara, entonces en la noche llegó como un perrito y entró hasta el solar de la casa y se quedó ahí y bueno…Así fue como la embarazó, pero nadie podía probarlo porque antes de amanecer, él se transformó en gato y se fue por los tejados…¿Quién lo iba a agarrar así?…Nadie, porque a los seretones nadie los puede agarrar…

¿Pero de donde aprendió Chentico eso de ser Seretón?...Dicen que de los indios que había en la sierra, cuando él todavía era un niño y le sirvió de “madrina” a un viejo chamán, que antes de morir le reveló todos sus secretos…Eso dicen…

Su “madrina” era Nereo, aunque casi nunca los vieron juntos, hay quienes aseguran que es Nereo el que le sirvió de “madrina”. Según se cuenta un Seretón es un duende o un amigo de los duendes de la montaña, al que éstos le han revelado el secreto para convertirse en cualquier animal del bosque, el Seretón debe tener una “madrina”, alguien de su absoluta confianza que comparte su secreto y lo acompaña al bosque en las noches de luna llena…

En lo más profundo del bosque, deben encontrar un claro, y allí el Seretón debe despojarse de todo ropaje o prenda, doblar bien la ropa y dejarla sobre el calzado, pisada por una piedra, la madrina es responsable de cuidar que nadie mueva de lugar o agarre la ropa, mientras el Seretón se interna en lo profundo del bosque…Entonces ocurre lo que nadie ha podido ver pero todos saben: ¡se convierte en cualquier animal!, el más apropiado por tamaño, forma, rapidez o complexión para la misión que va a realizar el Seretón…

Si lo que le interesa es enterarse de lo que se trama en una casa vecina, entonces puede convertirse en murciélago y acercarse a las ventanas para oír y ver lo que se está tramando, pero si lo que quiere es visitar a una novia cuyo padre la tiene vigiladísima, entonces tal vez adopte la forma de un gato y penetre hasta el cuarto de su amada, en donde vuelve a adoptar su forma humana para entregarse a la fogosidad del amor carnal para luego retomar su forma felina y huir convenientemente antes del amanecer. Pero también se sabe que el Seretón puede transformarse en una lechuza o un caballo y así recorrer en poco tiempo todo Coro, para oír y ver lo que pasa en la noche; también puede ir a los caseríos cercanos y ayudar a otros vecinos a resolver problemas, por ejemplo, por algún malentendido sobre una delimitación de cercas o algún chisme mal intencionado.

Muchas eran las actividades que realizaba un Seretón para su provecho y para los demás, aunque se dice que un Seretón nunca podía usar su poder para enriquecerse o enriquecer a su familia, pero a cambio si podía utilizarlo para enamorar a cualquier mujer que le gustase, cosa que al parecer “Chentico” no paso por alto, ya que conocidos tuvo 68 hijos, y cada año que pasa la cuenta sube…

Si durante la noche de luna llena en que el Seretón se interna en lo profundo del bosque y se transforma en cualquier animal, alguien o algo mueve la ropa, o la toca o la cambia de sitio, entonces el Seretón es condenado por los duendes de la montaña a quedarse para siempre con la forma animal que adoptó. Por eso es tan importante el rol de la madrina y por eso debe ser alguien de absoluta confianza, no puede descuidarse en toda la noche ni quitarle el ojo de encima al montoncito de ropa doblada y pisada con una piedra o su Seretón quedará para siempre como un animal y no volverán a saber de él.

 Chente decía que en Coro había un burro que era “Fulanito de Tal”…Un viejo vecino de Coro, que era Seretón también, pero que por un descuido de su madrina, se quedó con forma de burro… Para reforzar su afirmación alegaba diversas razones que justificaban su creencia: el burro apareció en Coro el día siguiente que “Fulanito de Tal” desapareció, y pasados los meses, nadie reclamó el jumento…Según él eso no era casualidad, pero lo más asombroso es que el burro amaneció ese fatídico día en la puerta de la casa de “Fulanito de Tal” y cada vez que la acongojada viuda aparecía en la puerta, el pobre jumento se lamentaba dolorosamente rebuznando; si ella salía de la casa, el burro la seguía a donde fuera…¡Eso probaba que el burro era “Fulanito de Tal”!. Pero lo más increíble es que quién se murmuraba que era la madrina de ese Seretón, fue hallado muerto una noche pateado en la cabeza por una bestia…¡Obviamente, el burro!

Nereo le sirvió fielmente a Chente como  su madrina por muchos años, hasta que enfermó y murió, entonces Chente no pudo volver a sus andadas de Seretón, sin su fiel madrina y ya envejecido era muy riesgoso adentrarse en lo profundo del bosque, pero además había una razón de mucho mayor peso: comenzaban los movimientos guerrilleros en la sierra y ya no había seguridad para nadie en el bosque, ¡ni para los campesinos, ni para los duendes, los guerrilleros o los seretones!

Se dice que los duendes de la montaña conceden esa gracia a alguna persona amiga que demuestre ser digno de la confianza de ellos, alguien que respete la naturaleza y los cauces de agua donde ellos habitan. Además debe ser de nobles sentimientos y ayudar a sus vecinos. Un Seretón debe ser incapaz de maltratar a un animal o contaminar una quebrada. Así fue como algunos indios afortunados lograron que los duendes de la montaña los ayudaran a ser seretones, y sin duda alguna Chente Medina reunía todos los atributos para ser el mejor y último Seretón.

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